Pere Alberó ha hecho una sentida y bella presentación, predisponiendo a favor a toda la gente con su película. Ha hablado de su intento de atrapar con una cámara esa luz, esos sonidos, esos detalles de un mundo ya de otra época. Ahora todo eso, junto a Casanova –el pastor- y todos los demás que aparecen en la película, queda registrado en el film, confirmando el poder documental que le asiste.
Manel Ollé, en los cortísimos cinco minutos que le han únicamente permitido la longitud de “Three Sisters” y el cruzamiento de la parrilla de programación, ha situado muy bien, al margen de las diferentes rutas que transitan los documentales de Bing, la apuesta de su film. Un film que personalmente me tiene, empezando por el personaje de esa niña de diez años que hace a la vez de madre y operaria agrícola y ganadera, el corazón robado. También he notado que la miseria en que se desenvuelven diariamente las tres niñas protagonistas ha dejado, en general, el corazón encogido a todos los espectadores. Dos momentos: Una vendedora ambulante se aposenta a las puertas de la escuela, y se hace de oro vendiendo chucherías a todos los alumnos. La protagonista asiste con los ojos desorbitados a las transacciones pero, falta de dinero, no puede comprar ni una bolsa. El segundo más que un momento es todo un trozo del film: El padre se lleva a sus dos hijas pequeñas (de 6 y 4 años) a la ciudad, dejando a la mayor (de 10 años) trabajando para sacar adelante la mísera explotación con su abuelo. Se ve a ella por la noche, sin sus hermanas, trasmitiendo algo más que una enorme, aunque resignada, soledad.
(Juan Manuel García Ferrer)
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